martes, 21 de mayo de 2013

Norte Argentino: Salta y Jujuy

Tengo que reconocer que en estos casi dos años que llevo recorriendo la geografía latinoamericana siempre he lamentado no haber descubierto un poco más los rincones de Argentina, ya que un país de tales dimensiones siempre esconde increibles tesoros, que vas descubriendo poco a poco.
Hasta ahora, había conocido las Cataratas de Iguazú, El Calafate, Bariloche, Córdoba, Rosario y Mar del Plata.
Aprovechando el festivo del 1 de mayo, decidimos hacer un viaje al corazón más profundo de Argentina, el lugar con los restos arqueológicos más antiguos y donde es posible que poblaran sus primeros habitantes: Salta y Jujuy.
De camino a Cachi
Llegamos a Salta de noche y feriado, con lo que prácticamente nos encontramos una ciudad fantasma, llegamos al hostel, y ante la información de que no había ningún lugar abierto para comer algo que no fuese un delivery de empanadas, decidimos arriesgarnos y patear un poco la ciudad, y la verdad que no nos equivocamos.
Cachi.
Plaza 9 de Julio en Salta
La plaza 9 de Julio, completamente iluminada, nos ofecía alguna terraza en la que picar algo mientras contemplabamos la catedral y el cabildo. Después de un  nuevo paseo buscando una peña en la que empaparnos de la cultura salteña, pero sin suerte esta vez, nos fuimos a descansar con la mente puesta en la primera excursión: Cachi.
Para este viaje contratamos un coche para los 4 y la verdad que la experiencia fue increible. Nuestro conductor se llamaba Luis, y en el trayecto nos iba contando diferentes anécdotas de cada lugar, y nos dió las primeras lecciones para mascar bien la coca y evitar así el temido apunamiento, o mal de altura.
Cuanto más te vas adentrando en las montañas, ves como cambia el paisaje, empiezas a divisar los primeros cardones (cáctus para nosotros), te encuentras las primeras llamas, y disfrutas de la sensación de estar absolutamente perdido en el mundo.
Una vez llegados a Cachi, disfrutamos de la gastronomía salteña, con un buen Locro, una especie de potaje, a base de porotos, chorizo y carne.
De vuelta a Salta, y gracias a  la recomendación de nuestro guía, llegamos con tiempo para entrar al Museo de Arqueología de Alta Montaña, en el que se ubica uno de los mayores tesoros de la arqueología argentina y del mundo: las 3 momias de los niños del volcán LLullaillaco, que fueron encontrados en estado de congelación a 6.700 metros altura y que fueron víctima de un rito incaico hace más de 500 años.
En nuestra visita estaba expuesta " la niña del rayo", y la verdad que es realmente increible poder contemplar en perfecto estado una persona que vivió hace tanto tiempo y que simplemente parece una niña dormida.
Cerro de los siete colores.
El día siguiente contratamos una nueva excursión que nos llevaría a la provincia de Jujuy, más al norte del país para visitar la Quebrada de Humahuaca, Purmamarca y la Pucara de Tilcara. Nuetro conductor en esta ocasión se llamaba Walter. Ya en camino, vas observando como cambia el paisaje cuanto más al norte te desplazas, pasando de montañas frondosas a prácticamente desérticas.
Poco antes de llegar a Purmamarca tuvimos un inconveniente y es que un trailer cargado de coches, había volcado en la pequeña carretera que nos llevaba al pueblo. Una hora de espera para que los operarios retiraran el camión ante la atenta mirada de los turistas que se encontraban esperando igual que nosotros. Después de un aplauso generalizado, continuamos rumbo a la quebrada.
Accidente en Purmamarca.
Purmamarca es un pequeño pueblo al pie del Cerro de los Siete Colores, muy pintoresco, que ofrece un agradable paseo y una feria de artesanía exactamente igual a la que te encuentras en cualquiera de los pueblos que he visitado desde Argentina a Perú.
La Quebrada de Humahuaca es la parte más bonita de este viaje, y los paisajes que nos fuimos encontrando eran auténticas postales. Montañas con diferentes texturas y colores, ríos diminutos que transcurren entre las montañas y sobre todo cáctus, la única especie vegetal que nos encontramos en gran parte del recorrido.
Cardones.
Nuestra parada final fue Humahuaca, una bonita ciudad, en la que tuvimos la oportunidad de probar la carne de llama y la verdad, muy recomendable. Después de la comida hicimos nuestra última parada, la Pucará de Tilcara, unas ruinas preincas, que no me sorprendieron tanto como el Machu Picchu, pero son igualmente interesantes.
Viaducto de la Polvorilla
Nuestro último día era en teoría el más esperado, por fin nos íbamos a subir al famoso " Tren de las Nubes". nada más lejos de la realidad, la travesía la disfrutas las 2 primeras horas, y en el momento final de la llegada al impresionante viaducto de la Polvorilla a 4.200 metros de altitud, uno de los más altos del mundo. El resto horas y horas de tren. Si tuviera otra oportunidad había preferido cualquier otra excursión, pero bueno no todos los días se va en tren a casi 5.000 metros.
Para finalizar nuestro viaje y sin la presión de madrugar para irnos de excursión, nos fuimos a la peña más auténtica de la ciudad, La Casona del Molino, en la que la gente se reúne a cantar y tocar la guitarra entre copas de vino y empanadas salteñas. La verdad es que es toda una experiencia ver a familias enteras alrededor de la mesa cantado canciones folclóricas y animando la noche con palmas y acordes de guitarra
criolla.
En general, ha sido un viaje genial, que tenía muchas ganas de hacer y que te da una idea de la verdadera identidad de lo que fue este país antes de la colonización. Muy recomendable.


Hasta la próxima!