martes, 19 de noviembre de 2013

Reflexiones desde el otro lado del charco

Ya han pasado casi dos meses desde que mi aventura latinoamericana tocó a su fin. No hay duda de que en parte llevaba tiempo esperándolo, sobre todo por volver a ver las caras de mi gente, mi familia y volver a recorrer los rincones que llevaba dos años sin disfrutar.
Atrás quedan dos años en los que me ha pasado de todo, y la mayor parte de las veces, bueno. He conocido lugares increíbles, me he perdido en desiertos, selvas,he caminado sobre un glaciar o me he asomado a la Garganta del Diablo.
También han sido dos años de colectivos,  atascos, paros sindicales, subtes, findes largos e inundaciones.
Pero sobre todo y lo más importante ha sido conocer a la gran familia bonaerense con la que he compartido todos estos buenos y malos momentos, gente con la que cuento para siempre y que sin ellos nada hubiese sido lo mismo.
Noches interminables, anécdotas con las que se podrían llenar miles de libros y momentos únicos, son el mayor tesoro que me he traído en mi triste viaje de vuelta.
Aquí el panorama no puede ser menos alentador, dos meses de búsqueda continua de trabajo, aquí y allá, que no hacen más que confirmar la situación por la que atraviesa el país. Fue sentarme a comer en familia el primer día y  en las noticias solo escuchaba que unos cuantos seguían robando, los de siempre recortando y que unas cuantas miles de familias más seguían engordando la triste y lamentable cifra de desempleo.
Es curioso y me llama la atención que estando en Buenos Aires, eran muchos los argentinos que me decían, "¿Pero que hacés acá?", otros que me decían "Ojalá pudiese irme yo a Europa capo" y yo mismo me creía que el cambio y la vuelta a casa serían un soplo de aire fresco para mi vida profesional, pero por ahora el tiempo no me ha dado la razón.
Seguiremos intentándolo y quién sabe, igual este viaje se pueda convertir de nuevo en uno de ida y vuelta.
Hasta la próxima.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Colombia: El riesgo es que te quieras quedar

Cienpies del Tayrona
Lo bueno de llevar casi dos años en Argentina, es que se amplía el abanico de destinos para viajar, ya que durante mi primer año procuré hacer los viajes más populares de la región como Iguazú, El Perito Moreno o Perú. Aprovechando la oportunidad de que tenía varios amigos en Colombia, me decidí a hacer una escapada de 10 días para conocer una pequeña parte de ese maravilloso país sudamericano. La verdad es que las referencias no podían ser mejores, tanto por parte de mis amigos colombianos como de las personas que habían estado allí de turismo, así que partí de Ezeiza con unas expectativas bastante grandes.
Llegada al Tayrona
Después de un vuelo bastante duro, y sobre todo una eterna noche en el aeropuerto aterricé en El Dorado, comprobando que el clima en Bogotá no tenía nada de caribeño, sino que me recibió un cielo gris y una temperatura poco distante del Buenos Aires invernal que dejaba atrás.
Por suerte en horas me encontraría volando a la primera parada de mi viaje: Santa Marta. Una pequeña población turística situada a orillas del Mar Caribe y cuyo mayor atractivo es el Parque Natural del Tayrona.
Cabo San Juan
Nada más poner un pie en Santa Marta te das cuenta que estás en El Caribe, calor, humedad y un espléndido mar celeste te saludan.
Despúes de reponer fuerzas en el hostal, con un par de cervezas Aguila y un bañito en la piscina, nos fuimos a descansar.
A primera hora tomamos una especie de autobús destartalado, en el que un vendedor de tickets va literalmente colgado de la puerta preguntando a la gente en la carretera si quieren viajar con ellos, y la experiencia fue bastante peculiar ya que tienes que ir gritando donde te quieres parar al no haber zonas establecidas para ello. Nos bajamos, desayuno de los campeones con unas buenas arepas y un jugo de guanabana y hacemos nuestra entrada en Tayrona.
Cartagena, de noche
Una vez que pagas religiosamente tu entrada como no residente, es como entrar a otro mundo, como si te colocaran directamente en un safari salvaje o te encontraras como el protagonista de The Last Survivor. A partir de aquí, arañas multicolores, cangrejos terrestres, cienpies gigantes, o lagartos serán nuestros compañeros de caminata. Es increible notar el silencio total, solo el mar, los pajaros y demás habitantes de la selva se dejan escuchar.
Playa Blanca, Islas del Rosario
Después de una larga caminata de dos horas bajo un sol de justicia, sin agua y con las mochilas a cuestas, encontramos un camping a orillas de la playa donde nos instalamos, eligiendo para dormir unas típicas hamacas de la zona por un módico precio. Minutos después nos zambullimos en las transparantes aguas de las playas del Tayrona, cada cual más bonita que la anterior hasta que llegas al Cabo San Juan. Allí te sientes como en el paraiso, es una de las playas más bonitas que he visto nunca. Es poner un pie allí y decir, "lo dejo todo y aquí me quedo".
Oscurece en el Tayrona y a las 21:00 se apagan todas las luces artificiales, por lo que es una de las pocas ocasiones que se disfruta la noche en todo su esplendor. La noche en las hamacas mejor de lo que esperaba, tan solo me despertaban los ruidos de los animales, principalmente caballos que se acercaban durante la noche a hacernos una visita.
Desde Montserrate
Después de aprovechar el día siguiente de sol y playa dejamos Tayrona rumbo a Taganga en una lancha en la que pasé una de las experiencias más increibles del viaje: mar picada, olas de dos metros, la barca saltando entre las olas, la gente gritando y hasta un turista griego me agarraba las piernas del miedo. yo por mi parte disfruté como un enano surcando las olas.
Al día siguiente llegamos en autobús a Cartagena, para disfrutar de la segunda parada del viaje, y con pena por saber que habíamos dejado atrás un auténtico paraiso terrenal.
Cartagena es una ciudad bonita, bastante pintoresca, con un casco histórico importante con muchos vestigios de la colonización española. Es interesante pasear por sus calles e imaginar como era la vida hace 500 años, cuando los cañones de sus murallas defendían la ciudad contra cualquier ataque.
En mi opinión el verdadero tesoro de esta ciudad está unas millas mar adentro. Las Islas del Rosario es un pequeño archipiélago a una hora de distancia en barco en el que te encuentras las típicas postales caribeñas con arena blanca, agua escandalosamente transparente y puestos con zumos de frutas exóticas esperándote.
Nos quedamos todo el día en Playa Blanca, pero si en alguna ocasión puedo volver allí me quedaría una semana entera. Es una auténtica gozada hacer snorkel por cuatro duros y observar la riqueza de sus fondos marinos, tocando peces con las manos sin que se asusten o ver los corales de mil colores.
Después de jugar al Tejo.
Aquí terminaba la aventura caribeña,  tomamos el barco rumbo a tierra y unas horas después aterrizabamos otra vez en Cartagena, con la certeza de que lo mejor del viaje había pasado.
Bogotá, como todas las ciudades sudamericanas es bastante caótica, pero la verdad es que en ningún momento tuve sensación de inseguridad.En sí la ciudad no tiene mucho que ver, destaca el barrio de La Candelaria con la Plaza Simón Bolivar presidiéndola y sobre todo Montserrate, un cerro al que se accede por telesférico y que te ofrece la posibilidad de contemplar la ciudad en todo su esplendor.
Viendo el clásico en El Campin
Pero no todo iba a ser turismo, por suerte, coincidió que se jugaba la final de la liga de fútbol con el clásico entre Santa Fe y Millonarios como plato fuerte a tan solo unas cuadras de casa. Ya con las entradas en la mano, nos dimos cuenta del peligro que conlleva este deporte cuando pedimos una cerveza en un bar y nos dicen que hay ley seca por el partido. Evidentemente esto sería inconcebible en España.
Una vez en el estadio me resultó curioso escuchar las canciones de la grada, ya que eran exactamente iguales (acento argentino y todo) a las que se cantan aquí en la cancha.
Otro de mis momentos favoritos fue jugar al Tejo, el deporte nacional colombiano, una especie de petanca pero con pólvora y explosiones y que para jugar lo único que tienes que hacer es comprar media caja de cervezas como mínimo. I love this game!
Los días pasaban y las vacacions se terminaban, pero antes de irme pude visitar Zipaquirá y su famosa Catedral de Sal, con la que me llevé una grata sorpresa.
Para finalizar, una fiesta muy rockera rodeado de un buen puñado de gallegos, emigrantes en aquellas tierras, brindando con un ron Abuelo de contrabando por las siguientes etapas de nuestras vidas. Salud!
Así la aventura colombiana llegó al final, diez días estupendos que lo único que hicieron fueron darme ganas de volver y visitar El amazonas, El Eje Cafetero o la Costa Pacífica, y sobre todo el Andrés Carne de Res!
Hasta pronto!!

jueves, 25 de julio de 2013

O Día de Galicia máis triste

Hoxe, é un dos días maís tristes dende que estou en Arxentina. Non podo quitarme da cabeza a todas esas familias que nun abrir e pechar de ollos perderon a un ser querido nesta traxedia. Cando se está fora da terra, é dificil non sentir coma propia esta doenza. Pero unha vez maís o noso pobo demostrou a súa grandeza, e a solidaridade volveu a ser a nosa razón de ser. Dende aquí o meu pequeno homenaxe a tódalas vícitimas,ás súas familias e a todas as personas que contribuiron dunha forma ou doutra nos traballos de rescate. De corazón, moito ánimo e forza para toda Galicia.

martes, 21 de mayo de 2013

Norte Argentino: Salta y Jujuy

Tengo que reconocer que en estos casi dos años que llevo recorriendo la geografía latinoamericana siempre he lamentado no haber descubierto un poco más los rincones de Argentina, ya que un país de tales dimensiones siempre esconde increibles tesoros, que vas descubriendo poco a poco.
Hasta ahora, había conocido las Cataratas de Iguazú, El Calafate, Bariloche, Córdoba, Rosario y Mar del Plata.
Aprovechando el festivo del 1 de mayo, decidimos hacer un viaje al corazón más profundo de Argentina, el lugar con los restos arqueológicos más antiguos y donde es posible que poblaran sus primeros habitantes: Salta y Jujuy.
De camino a Cachi
Llegamos a Salta de noche y feriado, con lo que prácticamente nos encontramos una ciudad fantasma, llegamos al hostel, y ante la información de que no había ningún lugar abierto para comer algo que no fuese un delivery de empanadas, decidimos arriesgarnos y patear un poco la ciudad, y la verdad que no nos equivocamos.
Cachi.
Plaza 9 de Julio en Salta
La plaza 9 de Julio, completamente iluminada, nos ofecía alguna terraza en la que picar algo mientras contemplabamos la catedral y el cabildo. Después de un  nuevo paseo buscando una peña en la que empaparnos de la cultura salteña, pero sin suerte esta vez, nos fuimos a descansar con la mente puesta en la primera excursión: Cachi.
Para este viaje contratamos un coche para los 4 y la verdad que la experiencia fue increible. Nuestro conductor se llamaba Luis, y en el trayecto nos iba contando diferentes anécdotas de cada lugar, y nos dió las primeras lecciones para mascar bien la coca y evitar así el temido apunamiento, o mal de altura.
Cuanto más te vas adentrando en las montañas, ves como cambia el paisaje, empiezas a divisar los primeros cardones (cáctus para nosotros), te encuentras las primeras llamas, y disfrutas de la sensación de estar absolutamente perdido en el mundo.
Una vez llegados a Cachi, disfrutamos de la gastronomía salteña, con un buen Locro, una especie de potaje, a base de porotos, chorizo y carne.
De vuelta a Salta, y gracias a  la recomendación de nuestro guía, llegamos con tiempo para entrar al Museo de Arqueología de Alta Montaña, en el que se ubica uno de los mayores tesoros de la arqueología argentina y del mundo: las 3 momias de los niños del volcán LLullaillaco, que fueron encontrados en estado de congelación a 6.700 metros altura y que fueron víctima de un rito incaico hace más de 500 años.
En nuestra visita estaba expuesta " la niña del rayo", y la verdad que es realmente increible poder contemplar en perfecto estado una persona que vivió hace tanto tiempo y que simplemente parece una niña dormida.
Cerro de los siete colores.
El día siguiente contratamos una nueva excursión que nos llevaría a la provincia de Jujuy, más al norte del país para visitar la Quebrada de Humahuaca, Purmamarca y la Pucara de Tilcara. Nuetro conductor en esta ocasión se llamaba Walter. Ya en camino, vas observando como cambia el paisaje cuanto más al norte te desplazas, pasando de montañas frondosas a prácticamente desérticas.
Poco antes de llegar a Purmamarca tuvimos un inconveniente y es que un trailer cargado de coches, había volcado en la pequeña carretera que nos llevaba al pueblo. Una hora de espera para que los operarios retiraran el camión ante la atenta mirada de los turistas que se encontraban esperando igual que nosotros. Después de un aplauso generalizado, continuamos rumbo a la quebrada.
Accidente en Purmamarca.
Purmamarca es un pequeño pueblo al pie del Cerro de los Siete Colores, muy pintoresco, que ofrece un agradable paseo y una feria de artesanía exactamente igual a la que te encuentras en cualquiera de los pueblos que he visitado desde Argentina a Perú.
La Quebrada de Humahuaca es la parte más bonita de este viaje, y los paisajes que nos fuimos encontrando eran auténticas postales. Montañas con diferentes texturas y colores, ríos diminutos que transcurren entre las montañas y sobre todo cáctus, la única especie vegetal que nos encontramos en gran parte del recorrido.
Cardones.
Nuestra parada final fue Humahuaca, una bonita ciudad, en la que tuvimos la oportunidad de probar la carne de llama y la verdad, muy recomendable. Después de la comida hicimos nuestra última parada, la Pucará de Tilcara, unas ruinas preincas, que no me sorprendieron tanto como el Machu Picchu, pero son igualmente interesantes.
Viaducto de la Polvorilla
Nuestro último día era en teoría el más esperado, por fin nos íbamos a subir al famoso " Tren de las Nubes". nada más lejos de la realidad, la travesía la disfrutas las 2 primeras horas, y en el momento final de la llegada al impresionante viaducto de la Polvorilla a 4.200 metros de altitud, uno de los más altos del mundo. El resto horas y horas de tren. Si tuviera otra oportunidad había preferido cualquier otra excursión, pero bueno no todos los días se va en tren a casi 5.000 metros.
Para finalizar nuestro viaje y sin la presión de madrugar para irnos de excursión, nos fuimos a la peña más auténtica de la ciudad, La Casona del Molino, en la que la gente se reúne a cantar y tocar la guitarra entre copas de vino y empanadas salteñas. La verdad es que es toda una experiencia ver a familias enteras alrededor de la mesa cantado canciones folclóricas y animando la noche con palmas y acordes de guitarra
criolla.
En general, ha sido un viaje genial, que tenía muchas ganas de hacer y que te da una idea de la verdadera identidad de lo que fue este país antes de la colonización. Muy recomendable.


Hasta la próxima!

miércoles, 10 de abril de 2013

Una de festivales: Rock vs Caos

Hace unos meses se anunció a bombo y platillo que una de mis bandas favoritas, Pearl Jam, volvía a Argentina en el mes de abril. Mi felicidad era total ya que en menos de un año y medio los iba a poder ver por segunda vez en este país. Meses después Pepsi proclamó que este concierto se incluía en lo que ellos llamaban " El mejor festival de la historia" incluyendo a bandas como The Black Keys, Two Door Cinema Club, Queens of the Stone Age o Keiser Chiefs. Hasta ahí todo bien, mucha publicidad, miles de eventos promocionales, concursos de bandas, .... y sobre todo las tremendas ganas de volver a presenciar un concierto de rock 5 estrellas de mis adorados Pearl Jam.

Conforme se va a acercando la fecha, publican los horarios de los conciertos y....sorpresa! En un día laborable las bandas empiezan a tocar a las 14:00 horas por lo que ya sabía que me perdería a grupos de la talla de Two Door Cinema o Kaiser Chiefs ya que mi llegada al festival estaba prevista para las 18:00, siempre después de trabajar.
El primer día del festival, mi único objetivo era poder ver a Queens of the Stone Age, más aún cuando un par de días antes, por casualidades de la vida me encontré con su cantante Josh Homme en el aeropuerto de Sao Paulo, y que muy amablemente se sacó una foto conmigo.
Después de compartir unas cervezas viendo el partido de la champions entre Barca y PSG nos disponemos a entrar al festival con la idea de comprar las entradas en taquilla, como en cualquier lugar del mundo. Pues bien, en Argentina todo es diferente, en la entrada nos reciben unos hombres cuyas camisetas ponen prevención, pero que parecen sacados directamente de la carcel para hacer allí su trabajo, de la carcel o de cualquier grupo de barras bravas y que aparentemente están allí por tu seguridad pero sus caras y la forma en que nos tratan demuestran totalmente lo contrario. Les pedimos que nos indiquen el lugar para sacar el ticket y nos dicen con voz baja que cuantos somos y cuantas entradas queremos, para seguidamente hacer una llamada para que aparezca un tercer "barra" que nos vende dos entradas por 200 pesos cada una pero que en ellas figura "invitación". Esto queridos amigos es Argentina.
Una vez dentro y sin pasar apenas controles de ningún tipo, nos encontramos con un auténtico caos debido principalmente a la lluvia caída durante esos días. El predio donde se celebraba era un barrizal de varias hectáreas y la iluminación y las indicaciones brillaban por su ausencia.
Si te apetece una cerveza, solo puedes consumirla en un sitio llamado Beer Garden, para el cual tienes que hacer una fila de seguridad, y consumir la cerveza en el mismo sitio, lo cual me recordó a un célebre capítulo de los Simpson donde encerraban a los no bebedores....cosas de la vida.
Llega la hora del concierto y ...otra sorpresa! Queens of the Stone Age, la banda que todo el mundo iba a ver, la que figuraba en las entradas, la que salía en las promociones, toca tan solo una hora, para que los locales Catupecu Machu cerraran el festival como cabezas de cartel. La indignación fue generalizada y como consecuencia estos últimos tocaron casi solos. Todos mis respetos para el rock nacional, pero fue una falta de respeto.
Otra de las novedades que llamaba la atención era que el festival estaba ubicado al lado de una villa miseria, con lo que la seguridad una vez terminados los conciertos no era la ideal, además de que dentro del festival abundaban los ladrones que con cuchillos se dedicaban a rajar las mochilas por debajo para robarte todo mientras tu disfrutabas de la música. La verdad, lamentable.
Llegó el segundo día, el que llevaba esperando desde diciembre de 2012, Black Keys y sobre todo Pearl Jam cerrarían de forma espectacular el "peor festival de la historia". Una vez entrado al recinto, con los mismos escasos controles y los mismos delincuentes encargados de la seguridad encontramos que nada había cambiado y que la organización no había puesto medidas para mejorar el estado del suelo ni la seguridad para los espectadores.
Menos mal, que llegó la música, y alreddor de las 20:00 Black Keys empezaron a inundar el Pepsi Music con buenas dosis de rock. Me gustaron Balck Keys pero mi mente ya volaba en dirección a Seattle, ya pensaba solo en Eddie y los suyos y por fin,  pasadas las 10 y media de la noche empezó el festival. Release fue la elegida para abrir boca para reventar seguidamente con Even Flow. Pearl Jam es otra historia, es gente que disfruta de lo que hace, son los mismos compañeros que hace más de 20 años empezaron un sueño, por lo que esa magia que desprenden te contagia durante las casi 3 horas que tocaron. Simplemente los mejores!
Saludos y Rock and Roll!!!

miércoles, 13 de febrero de 2013

El fútbol argentino: Historia de una barbarie

Como gran amante del fútbol y todo el mundo que lo rodea, vivir en Argentina se convierte en una buena oportunidad de saborear la pasión y el entusiasmo que le ponen los aficionados en este país. Hace tiempo que dejó de ser sólo un deporte para convertirse en una religión, una forma de vida y de pensar, algo que llevan en el corazón y a lo que no renunciarían por nada del mundo.
Esa es la parte maravillosa que tiene el fútbol argentino, el saber que cualquier cancha, de equipo grande o pequeño, se va a llenar domingo tras domingo, y que sus fieles hinchas nunca dejarán de alentar, y animar ganen o pierdan, jueguen bien o jueguen mal.
Pero como todos sabemos hay otra parte, que nada tiene que ver con la pasión, el amor a unos colores, o la devoción por el deporte rey: la barbarie de la violencia de las barras bravas.
Siempre es algo que te cuentan, ves por la televisión o algún amigo te manda en videos de youtube, pero en esta ocasión tuve la oportunidad de vivirlo en directo,y no encuentro palabras para describir en lo que pueden convertir la fiesta del fútbol algunos desalmados.
En el mes de enero, organizamos un viaje a la ciudad de Rosario para presenciar uno de los derbys más importantes del país: Rosario Central vs Newell´s Old Boys, que llevaba varias temporadas sin celebrarse debido al descenso a la B del primero.
Es habitual en Argentina que en verano se celebren partidos amistosos entre los clubes rivales como por ejemplo los super clásicos del verano entre Boca y River.
Las noticias que llegaban en la semana previa al choque eran de actos violentos entre los hinchas de uno y otro equipo con incendios en sedes, asaltos a los predios o pintadas en casas de simpatizantes, algo que por desgracia no pasa de ser anecdótico en este país.
En el día de partido el ambiente es festivo y desde primeras horas de la tarde la ciudad se viste de azul y amarillo y de rojo y negro y paseando por la costanera, se ven autobuses y coches de los hinchas cantando y alentando de camino al Gigante de Arroyito. En definitiva un día festivo y de fútbol por encima de todo.
Tiroteo en el estadio de Newell´s
Pero llegando al estadio escuchamos por radio y en la prensa que el partido se ha suspendido porque en el estadio de Newells ha habido un tiroteo entre los hinchas y la policía con heridos de gravedad.
Consecuencia: el partido se suspende, y como aficionado al fútbol me parece una absoluta vergüenza que un partido de carácter amistoso, que se jugaba incluso solo con hinchada local no se pueda celebrar.
Para calmar un poco a los hinchas Rosario Central decide hacer un partidillo en el estadio, que ya se encontraba lleno, pero cuando los jugadores entran al campo, tuvo lugar uno de los espectáculos más vergonzosos y denunciables que he podido ver en directo: Invasión de campo y robo de la ropa a los jugadores locales, rozando la agresión en alguno de ellos, los jugadores no pueden ni iniciar el partido, se van despavoridos ante las agresiones de sus hinchas por conseguir una remera, más invasión, inicio de hogueras en el césped  quemando muñecos con la camiseta de Neweels, rotura de las redes de la portería, agresiones a la policía con barras de hierro y contenedores sin que esta haya iniciado ningún solo movimiento para contenerlos, la policía se tiene que escapar a los vestuarios tras las amenazas e insultos de los hinchas locales en los que ya no quedaba ni una pizca de sentido común.
Esto queridos amigos es lo que algunos en este país entienden por fútbol, y lo peor de todo es que no se hace nada desde el gobierno y los barras bravas mantienen un poder y un estatus que les otorgan más influencia si cabe que el presidente de un club.
Cito unas palabras de la presidenta Crisitna Fernández de Kirchner refiriendose a los barras bravas: “En la cancha colgado de la paraavalanchas y con la bandera, nunca mirando el partido, porque no miran el partido, arengan, arengan y arengan, la verdad, mi respeto para todos ellos”. 
Ante esto, poco se puede hacer.
Barras amenazan a Almeyda en el campo.
Que los propios hinchas de un club entren en el vestuario amenazando a los futbolistas de muerte , paren su autobús en medio de la autopista para amedrentarlos con armas de fuego  (Barras paran Micro en autopista) , que amenacen a un futbolista para que se marche o acaban con su carrera (Amenazas a Gio Moreno en Racing), o que puedan entrar a los campos con fuegos artificiales, armas, y demás parafernalia se aleja mucho de la pasión y el fervor de las que presumen los argentinos.
No cabe duda que la gran mayoría de los hinchas son amantes del fútbol que lloran, ríen, se enfadan y putean si su equipo pierde, y nada de lo que representan las barras bravas los define, por eso digo que en una cancha argentina se puede ver lo mejor y lo peor. esperemos que en el futuro nos quedemos con los cánticos, las banderas, la pasión y en definitiva con el fútbol, que es el fondo de toda esta historia.
Besos y abrazos.

PD: Os dejo dos vídeos con lo mejor y lo peor del fútbol argentino:

1) El célebre Tano Pasman, pasión por River en un partido de promoción antes del descenso.

2) Documental de Jon Sistiaga sobre las Barras Bravas en Argentina, merece la pena:



viernes, 11 de enero de 2013

Costa Uruguaya 2.0: Una gran aventura

Con la "frago"
Hace aproximadamente un año conocí por primera vez la costa uruguaya y como sabrán los seguidores de este blog, la experiencia fue de todo menos agradable, por lo que siempre tuve en mente darle una segunda oportunidad a esa buena tierra.
El pasado mes de noviembre, 11 locos amigos y yo cruzamos el Río de La Plata nuevamente para vivir una aventura sobre ruedas durante 5 días de playa, asados, fernet y buena música.
Nuestro medio de transporte sería una furgoneta para 12 personas con maletero para dos, pero la buena onda, la alegría y las ganas de recorrer los kilómetros que teníamos por delante hacía que nos olvidáramos de apretones, piernas dormidas y demás incomodidades.
Primera noche en la Playa " Jamaica"
Salimos desde Colonia del Sacramento después de haber compartido unas cervezas a la luz de la luna  y un baño nocturno increíble en una playa que los locales de allí llamaban Jamaica, ya podéis imaginaros el porqué.
La primera parada fue un sitio llamado Casa Pueblo, en Punta Ballena que fue todo un descubrimiento, donde pudimos disfrutar de un hotel 5 estrellas, de sus vistas y de su piscina hasta que la organización nos invitó a irnos muy amablemente.
Casa Pueblo
Continuamos el camino disfrutando de las maravillosas vistas hasta que llegamos a nuestra primera " casa ", una estupenda cabaña en La Paloma, en donde disfrutamos de un increíble asado y  algunos valientes nos dejamos azotar por las olas y la fría agua nocturna de la playa más cercana.
Después de todo el día disfrutando de la playa, con algunas quemaduras y demás anécdotas sin importancia, pusimos rumbo a Punta del Diablo, un pequeño pueblo costero donde teníamos reservada toda una casita para nosotros solos. Sin dudarlo ni un instante alquilamos unas tablas de body y surf  y nos dedicamos a disfrutar de las olas hasta que el sol y nuestros cuerpos helados dijeron basta!. Nada mejor que una buena cena con las delicias marinas del pueblo y una cerveza helada para retomar fuerzas para el día siguiente.
Picnic en la playa
Al día siguiente más playa, mas olas, y más cervezas frías hasta que el sol nos permitió empezar la que sería una de las partes más bonitas del viaje y que teníamos en mente desde que habíamos dejado Buenos Aires días atrás: Hacer caminando la ruta entre Valizas y Cabo Polonio a través de las dunas.
Playas inmensas y casi vírgenes
La caminata empieza en una playa enorme desde la que ya se contemplan las dunas y un pequeño arroyo que algunos cruzaron nadando y los demás en una pequeña lancha previo pago de una cantidad simbólica de dinero. Una vez en marcha el paisaje te envuelve cuanto más arriba estás de las dunas y una vez arriba tienes ante ti una de las postales más bonitas que se pueden ver en la costa uruguaya, con el mar, y la vegetación como protagonistas estelares.
Hay que mencionar que tuvimos un acompañante canino desde Valizas hasta el final del trayecto, pero no recuerdo el nombre que le habíamos puesto.
Duna entre Valizas y Cabo Polonio
A mitad de camino la noche empieza a caer y la puesta de sol nos regala otro momento inolvidable ya con el Cabo de fondo del que solo nos separaban varios kilómetros de playa salvaje, por la que paseando te puedes encontrar pinguinos y leones marinos que fueron arrastrados por la corriente para rematar su viaje en la arena.
Después de unas 3 horas de caminata por fin llegamos a Cabo polonio, ese pequeño pueblo sin luz ni agua corriente que se convierte en un sitio único al que solo se puede acceder caminando o en camiones que hacen la ruta desde un aparcamiento situado a unos 10 kilómetros hacia el interior.
Última noche en Cabo Polonio
En el Cabo conocimos al famoso Pancho y nos alojamos en su entrañable hostel. Con ganas de reponer fuerzas, nos fuimos de cena para probar algunos de los platos típicos del país, como los buñuelos de algas o el famoso chivito al plato.
Para finalizar brindamos con ron a la luz de una hoguera,  (acompañados de la música de un guitarrista que conocimos esa misma noche),  por el increíble viaje que iba tocando a su fin.
Al día siguiente un largo paseo por el pueblo hasta llegar al faro donde vive una importante colonia de leones marinos que ajenos a las miradas de los turistas disfrutan de un día soleado y de las olas que rompen contra las rocas.
El hostal de Pancho
En el viaje de vuelta todos nos íbamos con la sensación de haber disfrutado durante 5 días de esa magnífica costa, y sobre todo de la compañía. A veces las segundas partes sí que son buenas.
Besos y abrazos