Arbol de piedra |
El punto de partida fue plaza Armenia a las 07:00 a.m del 27 de abril y yo tuve la "suerte" de llegar con un taxista que literalmente se quedaba dormido en los semáforos teniendo que despertarlo varias veces hasta destino!
Volamos hasta Calama, en Chile, previa escala en Santiago y a eso de las 22:00 llegamos a un pequeño pueblo en medio del desierto llamado San Pedro de Atacama donde cenamos en un sitio llamado Adobe, unos platos típicos acompañados de un buen pisco para brindar por la aventura.
Termas en mitad del desierto |
A partir de aquí y a cada km que haciamos íbamos descubriendo increíbles lugares y paisajes que te dan la sensación de estar perdido en medio de la nada, lugares en los que no existe nada más que algún hotel cada 50 o 60 km y la verdad es que espero que sea así por mucho tiempo.
Cenando en San Pedro de Atacama |
Laguna con Flamencos |
Después de pasar una de las peores noches de mi vida y temiendo por el resto del viaje, me armé de valor, desayuné, dosis doble de nuestro amigo el ibuprofeno y a comerme el desierto de nuevo!
3 locos en el salar de Uyuni |
El último día del desierto Boliviano visitamos el cementerio de trenes, con ferrocarriles de más de 100 años abandonados en mitad de la nada y por fin la joya de la corona: El Salar de Uyuni, que es una maravilla natural en potencia para próximas votaciones.
Trucha en el Titicaca |
Decidimos seguir adelante y esperar noticias de la aerolínea por lo que nos metimos en el autobús nocturno que nos llevaría a la La Paz después de 10 horas de interminable sufrimiento por el traqueteo que ofrecen las maravillosas carreteras de tierra y piedras del país.
La Paz |
La Paz es como un gran mercado ambulante en el que cada 10 metros hay señoras vendiendo fruta, comida o cualquier objeto que te puedas imaginar, y es un placer perderse por sus calles y observar la América Latina más auténtica. Todo un día caminando por La Paz nos dejó agotados ya que subiendo de cerro en cerro y recorriendo sus mercados las piernas te empiezan a fallar. Pero merece la pena subir hasta algún mirador y contemplar la forma de la ciudad, los cerros llenos de casas dentro de lo que parece un absoluto desastre y sobre todo las grandes montañas nevadas de fondo que te recuerdan la altitud de 3.200 metros que tiene La Paz.
Habíamos dejado lo mejor para el final, la visita de un día completo al Lago Titicaca y la verdad es que superó nuestras expectativas.
Isla del Sol |
Para entrar al lago contratamos una barca privada para los tres por un más que módico precio llevándonos hasta la isla del sol, un lugar completamente virgen en el que viven 450 personas prácticamente como lo hacían los primeros pobladores incas de la isla. Una experiencia inolvidable
De vuelta a Buenos Aires la sensación era de haber tenido una de las mejores experiencias de nuestras vidas y es un viaje que recomiendo y recomendaré para siempre.
Hasta siempre Bolivia!
Miguel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario